viernes, 26 de abril de 2013

El Efecto Felicidad


 

Cuando pensamos en lograr la felicidad lo vemos como un proceso arduo que tiene como foco el éxito. Si soy exitoso entonces seré feliz.
Dibujamos en nuestra mente este mapa donde el Éxito es el propósito de nuestra vida, y se necesita mucho esfuerzo, trabajar arduamente y lograr obtener dinero  para tener logros y después que obtengamos todo eso es que vamos a lograr nuestra felicidad.
El foco de nuestra vida debe ser la Felicidad. Siempre que nos sintamos felices el trabajo nos dará satisfacción, por ende lo haremos bien y obtendremos logros y eso nos traerá dinero y por consiguiente obtendremos el éxito.
Muchas personas piensan que la felicidad no es para ellos, que la vida es dura, que no pueden hacer nada al respecto y llenan sus mentes de pensamientos de carencia, de escasez y se imponen sus propias limitaciones. ¡Nada más lejos de la verdad! La felicidad es una decisión, un pensamiento, una percepción, un estilo de vida.
Hay personas que son naturalmente felices, que ven la vida como una aventura llena de posibilidades. Hay otras personas que se su felicidad estriba en mantener su status quo, no desean cambios en su vida y prefieren quedarse en su zona de confort.  La felicidad, como la belleza y el éxito es subjetiva, se ajusta a cada persona según su definición. No importa el tipo de felicidad que buscas, algo es común en todos los seres humanos: todos perseguimos ser felices en nuestra vida.
Hay personas que se ganan mucho dinero y se sienten desgraciadas.  Hay otras que poseen dinero y saben disfrutárselo haciendo con él obras que les brindan felicidad. También están las que tienen lo suficiente, no les sobra, pero se disfrutan lo que pueden hacer con eso.  El dinero no es un fin en sí mismo, sino  solo uno de los múltiples medios para obtener felicidad.
 Como dice el famoso refrán: “Es verdad que el dinero no hace la  felicidad, pero es mejor llorar en Ferrari”, nuestra relación con el dinero debe ser positiva pero no obsesiva.
Haz un mapa mental y escribe qué es lo que te da felicidad. Busca elementos materiales, así como valores espirituales. Evalúa también lo que te causa estrés y si tienes control o no sobre esas áreas.   Piensa: “Si los problemas tienen solución, ¿para qué te preocupas? Y si no tienen solución, ¿para qué te preocupas? Enfócate  solo en lo que puedas cambiar y tener control. El resto no te debe preocupar ni ocupar tus pensamientos.
¡Tenemos que obligarnos a ser felices! Es muy fácil molestarnos y  como dice la frase coloquial “prender de un maniguetazo” . Sin embargo para  tranquilizarnos nos toma tiempo, le decimos a las personas que nos den espacio en lo que se nos pasa el coraje…  ¿Cómo es posible que el enfogonarnos sea tan fácil y el contentarnos nos dé tanto trabajo o nos tome tanto tiempo.
Ponte consciente de tus sentimientos, aprende a identificar las señales de tu cuerpo. Cuando sientas tu corazón palpitando más rápidamente cuando te estás enojando, el estómago se te oprime o tu vista se te nuble, ya sabes que tienes que comenzar a controlar  esos sentimientos con pensamientos positivos, con respiración, hablándote a ti mismo y tranquilizándote mentalmente.
Recuerda a Eleanor Roosevelt cuando dijo: “Nadie es capaz de humillarte a menos que tú lo permitas”. 
Tú eres responsable de tu felicidad, de tu triunfo y de tu vida. Sé feliz… Apoyo moral.

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